Acerca de mi

El yoga es un camino abierto para todxs.

Nací en la Ciudad de México, donde estudié Diseño de Comunicación Visual, luego cursé una Maestría en Diseño de Comunicación Visual en Japón. Trabajé como docente en la UAM-X y actualmente soy diseñadora freelance y profesora de Hatha Yoga Tradicional.

He practicado Bikram Yoga y Hatha Yoga Tradicional durante más de 14 años. En 2019, participé en el Campeonato Nacional Mexicano de Yoga Sport y obtuve el segundo lugar en la categoría 50+. Ese mismo año, en octubre, asistí al Curso de Formación de Instructores de Bikram Yoga en Acapulco donde tuve la oportunidad de entrenar directamente con Bikram Choudhury. Desde entonces, he compartido mi práctica como profesora en Hot Yoga San Ángel.

Trabajo dando clases particulares de Hatha Yoga Tradicional y considero que mis mejores maestros siempre han sido mis alumnos, quienes me enseñan a adaptarme y crecer con cada práctica. Doy clases de yoga para niños y jóvenes a nivel primaria, secundaria y preparatoria en colegios especializados en alumnos con Déficit de Atención, Hiperactividad y Problemas de Aprendizaje, incorporando técnicas de respiración (pranayamas) dentro de la práctica para ayudarles a mejorar la concentración y el bienestar.

Además, soy maestra de yoga voluntaria en el Programa Integral de Reinserción Social en La Cana en el pabellón psiquiátrico del Centro Femenil de Readaptación Social Tepepan, CDMX. Como parte de este compromiso, también desarrollo un proyecto de Yoga y Arteterapia en Tepepan, combinando la práctica de yoga con herramientas creativas para promover la expresión, la introspección y el fortalecimiento emocional de las alumnas.

Karma Yoga Va Más Allá de ‘Acciones Sin Esperar Nada a Cambio’

Antes de convertirme en maestra, trabajé como karma yogui durante siete años, lo que me permitió entender profundamente el verdadero espíritu de esta práctica. Como voluntaria en la cárcel, comparto mi conocimiento y experiencia con las internas, promoviendo un camino de transformación personal y colectiva. A través del yoga, el servicio se convierte en una práctica de crecimiento y conexión.

Enseñar yoga de esta manera no solo beneficia a quienes reciben la práctica, sino que también me transforma a mí como maestra. Servir desde el corazón, sin esperar nada a cambio, fortalece la humildad, la gratitud y la conexión con los demás.